jueves, 14 de marzo de 2013

No te debiste ir de mi lado.

Entonces él se levantó de la cama y la vio, enredado entre las sábanas, con una sonrisa en la cara y mirándole a los ojos. "No te muevas, te traeré el desayuno", dijo él. Ella asintió dándole un suave beso en los labios. Él se dirigió a la cocina e hizo el desayuno de ambos, mientras pensaba en ella, en lo hermosa que era, en lo felices que eran juntos, en lo especial que se sentía a su lado. Cuando llegó con el desayuno a la habitación, ella ya no estaba. Había una nota encima de la cama desecha en la que habían dormido esa misma noche. La nota decía: no te debiste ir de mi lado, esta es la consecuecia. El chico cayó derribado en la cama y se echó a llorar. Ella, sin hacer un solo ruido, apareció por la puerta, se acercó a ese chico tumbado boca abajo y le abrazó. Él se dio la vuelta y la vio. Entonces, una sonrisa abarcó la cara de los dos. Ella dijo suavemente: ¿Te das cuenta de lo que perderías? Y ahora que estás concienciado, cuídame y quiéreme como nunca. El chico la miró mientras algunas lágrimas acariciaban sus mejillas y la besó. Se dio cuenta de lo que sintió al hacerse la idea de que ella le había abandonado. Él se sintió roto, como si le faltase la pieza más importante en su vida. Valoró de verdad todo y a partir de ahí, cada día de su vida, la hizo más y más feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario